El Rijksmuseum de Amsterdam abre sus puertas despues una decada de renovaciones, la casa del arte holandés renovado por los arquitectos españoles Cruz y Ortiz.
Un agradable olor a carpintería nueva recibió ayer a la hora en la que Ámsterdam aún peleaba con las sábanas a los primeros visitantes a la reapertura del Rijksmuseum tras 10 años de obras de remodelación y un gasto público-privado de 375 millones de euros. Vacilantes, mecidos por la milagrosa luz natural que los arquitectos sevillanos Cruz y Ortiz han logrado sacar a golpes al cielo rácano del norte, deambulaban los (aún no demasiados) periodistas por la Galería de Honor del museo, la dedicada al XVII, siglo de Oro de la pintura holandesa, como quien pasea por una fiesta de exalumnos en busca de los rostros conocidos: ¡El bueno de Vermeer! ¡Frans Hals, viejo canalla! O Rembrandt, claro, que se diría que por el muy condenado no pasan los años.
Y a juzgar por las atenciones que durante todo el día recibió su obra maestra La ronda de noche estaba claro quién era el verdadero anfitrión de la fiesta.
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